Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

martes, 26 de enero de 2010

Isaías


Habíamos llegado a la aldea de Tipi-tipi en uno de esos todoterreno con la parte trasera descapotable para llevar bultos. Allí se hacinaban unas veinte personas que,agarrándose unos a otros y a las desvencijadas barras herrumbrosas del vehículo,pugnaban por no caer a cada bache del camino. Durante todo el trayecto no pararon de cantar con ese don que tienen los africanos para el ritmo. Nos dirigíamos a una reunión de varias aldeas donde se debía tomar decisiones importantes ya que el obispo de la región iba a visitarlos en breve. Hubo un debate acalarorado durante varias horas sobre si era más justo que cada choza aportara un cordero o dos gallinas. Se debatía en una mezcla de lenguas, de las cuales yo sólo descifraba a duras penas el portugués(lengua oficial de Mozambique que no ha conseguido acabar con multitud de otras lenguas ancestrales).Finalmente se acordó que un cordero,como el que en ese momento desollaba una mujer para cocinarlo,era más que dos gallinas. A mi no me pareció ni bien ni mal porque a esas alturas empezaba a tener bastante hambre. Lo que no sabía es que tras la junta vecinal venía una misa de dos horas dentro de una choza a cincuenta grados centígrados. Evité la misa y una segura lipotimia. Me dediqué a perseguir a los niños por toda la aldea que huían espantados ante la visión de mi piel blanquecina.
Tras la misa comimos brevemente(me refiero a la cantidad,no al tiempo). Hubo un momento en que se me acercó el personaje de la fotografía(Isaías). Me llevó dentro de la iglesia donde todavía retumbaban los cánticos. Pensé que iba a recriminarme el no haber entrado a la celebración pero no fue así. Empezó a preguntarme por mi país,mi trabajo y mi familia. Me preguntó cuantos años tenía. Le dije que 45. Le costó un poco creerme ya que él tenía 25 y,además de unas avanzadas cataratas,no parecía mucho más joven que yo. Eso sucede cuando la esperanza de vida de una población son 50 años.
Me preguntó también si mis padres vivían.
-Mi padre murió hace años pero mi madre todavía vive-le dije.
Que mi padre hubiera muerto no le sorprendió.Casi nadie de 45 años en África tiene padres.
- Y ¿cuántos años tiene tu madre? - inquirió con curiosidad.
-Setenta y seis- le contesté.
Puso unos ojos como platos,pero hizo un esfuerzo por creerme.
-Eso son muchos años.
-Sí. Empiezan a ser unos cuantos. Pero lo que no sabes es con cuántos años murió mi abuela.La madre de mi madre.
-¿Con cuántos?- me preguntó,no dando crédito a que se pudiera superar la barrera de los 76.
- Con 99.
En ese momento,Isaías torció el gesto.Yo diría que se enfadó conmigo porque se sintió estafado.
Me miró fijamente y me dijo:
- Imposible.Eso sólo pasa en la Biblia.
Supongo que en ese momento Matusalén le vino a la mente.
Salió de la iglesia dándome la espalda. A mi me dolió. No quise hacerle daño. Es sólo que no calculé que eso se pudiera tomar como falso.
Me reconcilié con él regalándole una camiseta del camino de Santiago que llevaba en mi mochila. Tenía una flecha amarilla de grandes dimensiones dibujada en el pecho.
- Toma. Es para tí. Si sigues esta flecha quizas algún día volvamos a encontrarnos.
Me abrazó con fuerza mientras no paraba de repetir:
-Tu es o meu pai, tu es o meu pai....(eres mi padre,eres mi padre....)

2 comentarios:

  1. Que bien oír-leer esta historia. Explica tanto que debería ayudarnos a entender a los de aquí lo que son los africanos.

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  2. Sí.Realmente los conceptos de tiempo-espacio,vida-muerte,esfuerzo-recompensa.....son tan diferentes aquí y allí. El mundo es tan grande,aunque tratemos de encogerlo,el ser humano tan diferente,las culturas tan sutiles.
    Nunca he entendido porqué la 2 de Televisión Española se empeña durante tantos años en ponernos documentales sólo de animales después de comer. No digo que esté mal pero el ser humano es tan rico y es tan necesario conocernos.

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