Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

miércoles, 29 de mayo de 2013

domingo, 19 de mayo de 2013

Swimming Pool


La lucha

Dice el filósofo Alan Wats que la vida es un holocausto constante. En África tuve la ocasión de ver como una serpiente estrangulaba a una cría de pájaro y la devoraba de un solo bocado. Probablemente nos afecta menos ver morir a una hormiga que a un pájaro, algo más nos afecta ver morir a un perro o a un gato, o a cualquier mamífero (será una cuestión de afinidad biológica). Pero lo que más nos debería afectar es ver como un humano devora a otro humano (que es, aunque hable metafóricamente, lo que está sucediendo hoy en día con esta crisis creada por cuatro oligarcas). No permanezcamos indiferentes. Cada uno que luche en la medida de sus posibilidades y sus fuerzas.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Mapa

En mi mapa se dibujan simas, valles y acantilados. Aquella ocasión en la que, sin palabras, dijiste que no me querías. El sordo grito infantil, un fardo viejo en la trasera del coche. El amigo muerto, un arma cargada con pólvora mojada. Una feria ambulante y un motel de carretera donde quedé perplejo ante un primer fracaso. La frontera del pánico, la patria de la resistencia. Por mis pliegues corretean jovencitas en flor y los cadáveres alimentan  pasto para cobardes. Guíñame un ojo y te sonreiré. Ponme más vino con gaseosa en el biberón y descuelga el crucifijo de la pared que me va a sentar mal el arroz. Boris Vian fuma opio  a mi lado mientras intenta afinar unas cuantas notas. Una bailarina se dispara en la cabeza mientras yo me abandono, lánguido, a una primavera eterna. Un pirata lascivo baila sobre la barra del bar donde antes todas las mujeres  olían a sexo. ¿Me indicas el camino hasta la orilla? Cogeme de la mano y ayúdame a cruzar. No tengo prisa, aunque a veces lo parezca. Sospecho que aquí estoy mejor. Un algarrobo lleva mi nombre pero no sabría llegar hasta él. Seguiría el rastro de los caracoles pero la tierra absorvió su esencia. ¿Me escuchas? ¿Me quieres? Acúname con tu voz ronca y hazme soñar. ¿Bailarías para mi? No recuerdo el ritmo de tus pasos. Esfuérzate un poco, como aquí lo hacías. Taconea más fuerte para que pueda seguir el sonido y llegar hasta ti. No esquives mis balas, tan sólo grito para escuchar el eco de mi voz. Por favor; no dejes de bailar.