Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

jueves, 30 de agosto de 2012

Lara


A Lara la conocí hace unos quince años. Por entonces era casi una niña. De hecho la fotografié en su primer papel profesional como actriz, donde representaba a una estudiante adolescente, en una muy peculiar versión de “La cenicienta”, dirigida por Carles Alberola. Sobre el escenario lucía unas coletitas multicolor y una sonrisa que robaba el corazón a todos los espectadores.
Hoy Lara es una mujer hermosa, llena de experiencias que a veces le muerden como lobos y otras le acarician como mariposas. Y es con esas caricias cuando vuelve a mostrar su sonrisa pizpireta, la misma que un día, quince años atrás, sobre aquel escenario, nos robó el corazón a todos.

domingo, 12 de agosto de 2012

Los patrocinios



En Estos Unidos funcionan habitualmente los patrocinios en todo tipo de actividades. Empresas privadas ponen dinero para apoyar determinados eventos y de esa manera se publicitan. En el vídeo que os propongo, un blues clásico como “Crossroads” interpretado en directo por Eric Clapton  y John Mayer, veréis como el escenario está rodeado de  pancartas anunciando Listerine (un enjuague bucal para las encías inflamadas y el mal aliento). No voy a analizar si es bueno o malo que una farmaceútica  patrocine un concierto de blues, pero pienso en cómo quedaría en España un escenario en el que cantara Isabel Pantoja rodeado de pancartas anunciando, por ejemplo, un laxante. Creo firmemente  que escuchar a la tonadillera ya da ganas de ir al váter, con lo que si, además, se bombardea al público con anuncios de laxantes, el concierto puede convertirse en una verdadera cloaca.
Esto no es más que una reflexión de medio pelo, que me sirve para volcar este temazo en mi blog.
Bon día.

Extraños motivos de rechazo


Una amiga me llama. Necesita una fotografía para publicitar su último proyecto; una aplicación informática para móviles. La aplicación, para mi, no se diferencia mucho de algunas otras que ponen en contacto a personas en la red, pero ella me explica matices de algunos aspectos que yo no logro entender, y como a ella le hace falta la imagen estoy dispuesto a echarle una mano. Me transmite su idea; unas canicas de colores separadas entre si flotan como si de planetas se tratara. Me gusta la idea y yo le propongo que podría añadir algún tipo de grafismo, como algunas flechas que comuniquen unas canicas con otras, además de darle un acabado tipo polaroid para escribir datos en la parte inferior. También a ella le gusta esa idea. Manos a la obra. Mi amiga pone las canicas y yo la luz y la cámara. Disparamos unas pocas y vemos que funciona a la primera. Después aplicamos pequeños retoques de photoshop. Algo de contraste, algo de saturación de color y “vualá”, ya tenemos foto.
Mi amiga, feliz,  se lleva la imagen grabada en un pen a la empresa que ha de hacer todo el desarrollo informático. Conecta el pen con ansiedad. Está deseando enseñar la imagen que va a publicitar el proyecto que nos sacará a todos de pobres. Ahí aparecen esas canicas a toda pantalla, flotando sobre un blanco inmaculado. Ella explica un poco el concepto del asunto. Habla de planetas aislados, de conectividad, de comunicación, de eficiencia y argumenta toda esa retórica que tenemos que usar hoy en día para justificar una idea. Acaba. Los socios se miran. Le hacen salir de la sala de reuniones. Ella espera sentada. A los cinco minutos vuelven a llamarla.
        - Demasiado elegante.
      - ¿Qué?
        - La foto es demasiado elegante. No nos sirve.
        - Pero……
      Mi amiga me llama. Me dice que han rechazado la foto por ser demasiado elegante.Jamás me habían puesto esa excusa para rechazar mi trabajo. Sonrío y pienso: a lo mejor, si les hubiera puesto una mierda en medio de las canicas les hubiera parecido menos elegante. De verdad, cada vez entiendo menos a las personas.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Agua


La serie “lo cotidiano” en este blog es una de las más extensas y, sin embargo, nunca había pensado en la cotidianidad del  agua. Es cierto que publiqué la fotografía de un hielo fundiéndose pero nunca el agua en su estado “natural”. Si nos paramos a pensar en que nuestro organismo es, aproximadamente, un setenta y cinco por cien agua, ¿qué podría ser más cotidiano que este elemento?, ¿quién puede pasar un solo día sin beber agua?
Hoy, primero de agosto, un día muy especial para mi por motivos que no voy a desvelar, le dedico esta entrada al agua. Algunos la llaman el oro blanco, porque empieza a ser tan escasa que no puede abastecer a los siete mil millones de personas que habitamos este hermoso planeta. Planeta que, como nosotros, también se compone de más de un setenta y cinco por cien de agua. Qué curioso. Pero el agua potable  no supone más que un cinco por cien del total. De ese cinco por cien habría que preguntarse cuánta es potable y cuanta saludable, una sutileza que marca la diferencia porque el agua que sale del grifo dicen que es potable pero ¿es saludable? Potable es todo aquello que no nos mata, saludable aquello que nos mejora y nos impulsa. Es la misma diferencia que hay entre alimentarse y nutrirse o entre querer y amar. Me encanta el lenguaje. Puede ser tan certero.
En este siglo en el que parece que todos somos pacifistas y ecologistas me surge una pregunta: ¿Por qué cuando caminamos por una vereda paralela a un río nunca tiramos una bolsa de plástico o un papel en él y sin embargo fumamos, bebemos o comemos “alimentos” industriales que han perdido todas sus propiedades? ¿No es eso como tirar una bolsa de plástico a un río? ¿No somos acaso un río? Un río con consciencia, pero consciencia mal utilizada.
El grifo y el agua potable son unos lujos que disfrutamos muy pocas personas en este planeta. Aquí os presento dos imágenes. Una, la del vaso de agua, la he tomado en mi cocina y me ha costado llenar el recipiente unos tres segundos. La otra la tomé en India. Esas mujeres tardarán más de tres horas en ir y volver de un riachuelo que les proporcionará agua para el resto del día. Con esa agua beberán, cocinarán y lavarán a sus hijos.
Maltratar al agua, malgastar el agua es maltratarnos o malgastarnos a nosotros mismos y es una falta de cortesía hacia esas mujeres.
Ya que están tan de moda los “días internacionales de….”, declaro el uno de agosto día internacional del agua saludable en mi blog.