Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

martes, 28 de septiembre de 2010

El miedo


Esta mañana he tenido que ir al banco;ese lugar que,tras el dentista,es el que más disgustos nos puede deparar. Una "amable" señorita me ha informado de la situación poco favorable de mis cuentas. Por un momento me han entrado ganas de comentarle mi opinión sobre la empresa para la que trabaja y su papel en este marasmo de crisis que nos acogota,pero he desistido. No tengo tiempo para que mis ideas caigan en saco roto.
Mientras escuchaba los males que aquejan a mis finanzas he descubierto sobre la mesa de aquella ovejita adoctrinada el folleto que os muestro. "Nuestro seguro no tiene rival.Tu negocio,ahora más protegido que nunca". Y en la foto vemos una caja registradora y un San Pancracio o quien coño sea el santo en cuestión. En los tiempos del conocimiento racional,de la física cuántica y de internet la publicidad todavía recurre al mito,a los santos,a lo inexplicable para darnos seguridad. Y pienso para mis adentros:
- Pues si San Pancracio tiene que protegerme,estoy apañado.
Y es que los humanos que hemos conocido la más larga esperanza de vida, la vacuna contra la viruela, el aire acondicionado,la democracia y la división de poderes, todavía seguimos teniendo miedo y nos encomendamos,si es preciso,a Dios o al diablo con tal de que no nos pase nada. Y para que no nos pase nada nos hacemos seguros de hogar,seguros de vida,seguros a todo riesgo,seguros de daños a terceros,seguros médicos,seguros dentales,reaseguros,seguros contra inundaciones,incendios y todo tipo de catástrofes,seguros para ser enterrados con una bonita corona de flores,seguros para viajar en vuelos low cost,seguros por si nuestro perro muerde a un niño que juega en un parque,seguros contra tironeros,rateros y butroneros. Las actrices famosas aseguran sus piernas y sus tetas operadas y los guapos aseguran su perfil griego. Nos hacemos seguros para envejecer "con dignidad" en una apestosa residencia para la tercera edad. Llevamos a nuestros hijos a colegios seguros y blindamos nuestras puertas por si quieren entrar en nuestro hogar unos expatriados albano-kosovares. No nos compramos un coche si no tiene 18 airbags,ABS,SPS y GPS,cinturones con pretensor y barras laterales de seguridad para estar bien seguros cuando nos caigamos por un barranco. Tenemos miedo a Bin Laden,a la CIA,al club Bildelberg,al calentamiento global,al deshielo de los polos,al vecino que nos mira mal,a que esa chica tan bonita nos dé calabazas,a que los maridos descerebrados lleguen enfadados a casa,al cáncer,al SIDA y al catarro común,a los pederastas, a los iconoclastas y a los plastas,al impuesto sobre la renta y al impuesto sobre el valor añadido.Y es que nos pasamos añadiendo valor a aquello que no vale una mierda.
Pero creo que voy a cerrar este capítulo porque me está entrando un ataque de nihilismo salvaje y una acidez de estómago que tengo pánico a que sea un cáncer terminal. Mañana voy al médico sin falta.

sábado, 18 de septiembre de 2010

Soy una trucha,soy Borges,soy Spiderman


Si me paro a pensar en la vida como una mera formulación química,llegaré a la conclusión de que la famosa frase eclesiástica de "polvo eres y en polvo te convertirás" no significa otra cosa más que el hecho,científicamente irrefutable,de que mi cuerpo está compuesto por los mismos elementos, partículas,moléculas,átomos,protones,neutrones...etc que cualquier otro animal,vegetal o cosa existente en el universo. No es difícil de entender; digamos que el mandril del zoo está compuesto por una combinación X de oxígeno,hidrógeno,carbono,zinc,plomo,potasio y bla,bla,ba.... Otro ejemplo; un brócoli tiene los mismos elementos o muy similares al mandril del zoo pero en una combinación muy diferente. Es esta diferente combinación la que le convirtió en brócoli y no en mandril. Entonces no nos engañemos: también nosotros estamos conformados por los mismos elementos que el amigo mandril o el amigo brócoli,sólo que nuestra combinación química es tan sofisticada que nos llevó a tener pensamientos abstractos como amor,solidaridad,empatía,libertad o semiótica(que nadie sabe lo que es pero te hace quedar muy bien en una reunión de intelectuales).
Recuerdo ahora otra frase a la que no sabría atribuir autoría,dice: "somos lo que comemos". Y tampoco le falta razón,aunque yo la completaría diciendo que también somos lo que respiramos,lo que leemos,lo que vemos,lo que escuchamos,lo que olemos y lo que tocamos.
Sin ir más lejos, hace unos días me comí una trucha. Estaba bien buena. Tras todo este razonamiento puedo afirmar sin sonrojarme(o sonrojándome sólo un poco)que hoy soy un poco trucha. Eso no me ha dado los gráciles movimentos acuáticos de este animal pero me han empezado a salir unas sopechosas escamas en la chepa que traen de cabeza al dermatólogo de la seguridad social.
Para concluir; como somos lo que comemos,lo que leemos y lo que vemos afirmo rotundamente que soy un poco trucha,un poco Borges y un poco Spiderman(además de otras muchas cosas)aunque no nade como un pez,ni escriba como Borges, ni sepa trepar por las paredes.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Cuestión de orden


Recuerdo que de muy pequeño,en un colegio de techos infinitos y frío glaciar,se me otorgó el número 31 del aula C como seña de identidad.Jorge Pla Mellado,ese era yo: el 31 de la C.Iba justo después de Pellicer(el 30) y antes de Pulido(el 32). Fui el 31 durante diez años de mi vida. Llegué a coger cariño a esa cifra. El ser humano suele adoptar relaciones mágicas con los números. Por ejemplo; ponemos nuestra fecha de nacimiento como número secreto de nuestra cartilla de ahorros o rellenamos la Bonoloto en base a la edad de nuestros familiares. Todavía el 31 es mi número de la suerte. Como he dicho, fui el 31 durante diez años,hasta que a Pellicer le descubrieron una peritonitis y fue operado de urgencia. Pellicer se quedó en la mesa de operaciones y yo pasé a ocupar su número;el 30,el número de un muerto. Desde aquel momento lo detesto(al 30,no a Pellicer,que no tiene culpa de nada). Es más;detesto los números pares,sobre todo los que van del 30 al 40.
Por lo visto en los cementerios,como en los colegios,también se nos otorga un número.
Cuestión de orden,supongo.
Me pregunto qué número tendrá Pellicer en su lápida. Me pregunto cuál tendré yo. Espero que no sea un número par.