Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

lunes, 24 de diciembre de 2012

Ya está aquí la maldita navidad (Capítulo 2)

















24 DE DICIEMBRE:
Dicen que hace 2000 años nació un tipo dispuesto a dar su vida para salvarnos a todos los ignorantes y concedernos la vida eterna.
Hoy, millones de personas, para celebrar aquel evento, se reúnen en torno a mesas familiares para ponerse como cerdos y aumentar su tasa de colesterol hasta niveles alarmantes. Da lo mismo; hoy está todo permitido. En el día a día, muchas de esas personas, se darían de puñaladas, pero esta noche ofrecerán la mejor de sus sonrisas, hasta que el vino tinto haga su efecto y de la sonrisa pasen al insulto más garrulo que podamos imaginar.
Adelante señoras y señores; entren en este pasaje de terror. Regalen corbatas floreadas y pendientes de plata. Amarren su cólera y disimulen su disgusto, que mañana todavía les queda otra comilona, y otra el fin de año, y otra el 5 de enero. Descuiden sus intestinos y su moral, que ya empezarán el régimen a principios de año. Disimulen, disimulen. Estamos en la era de la gran ficción. Cumplan su papel con disciplina. No se rebelen. La rebelión les condenará a un ostracismo feroz, al rincón más oscuro del olvido. Pónganse sus mejores galas y sonrían. Sonrían mucho. Hasta descoyuntar sus mandíbulas. El bien general requiere del sacrificio individual. No nos amarguen la fiesta, por favor. Sus lágrimas y su dolor pueden esperar hasta enero, ¿no creen?
Yo, de momento, empiezo el día con un desayuno ligero a base de aguacate y zumo de pomelo, mientras de fondo suena Russian Red con su voz de cristal y sus ritmos popis. Es mejor desengrasar antes del gran atracón. Y esta noche, como decían los curas en el colegio, “que dios nos pille confesados”.


domingo, 16 de diciembre de 2012

La muerte



Más allá de que queramos o seamos capaces de verla, la muerte está a nuestro alrededor. Como también el amor. Ya lo decía la canción; “Love is all arround” (el amor está en todas partes) o aquella otra, “Love is in the air” (el amor está en el aire).
Últimamente estoy preparando una pieza teatral y me dirigí, hace un par de días, a un rastro de mi ciudad donde se pueden encontrar muebles de todas las épocas. Digamos que es el paraíso de lo que ahora se denomina “vintage”(que no sé qué coño significa porque nunca he estado a la última, sino más bien siempre me he quedado en la penúltima). Iba buscando un camastro viejo que no encontré.Justo al salir por el gran portón de madera observé una manta tirada en el suelo y ví lo que, en un principio, me pareció un gato durmiendo. Enseguida pensé que hacía demasiado frío como para que un gato estuviera en una posición tan cómoda durmiendo a la intemperie. En el mes de diciembre encontramos pocos gatos callejeros. Al caer la noche se protegen en casas abandonadas o en los huecos de las escombreras. Me acerqué y observé sus ojos abiertos mirando el infinito. No me dio la sensación de que estuviera muerto, incluso me pareció, por un instante, que respiraba (e igual lo hizo por última vez). Su pelo lucía lustroso. No se diría que fuera el pelo de un animal criado en la calle. Sus pupilas todavía reflejaban un brillo de vida aunque la luz era pobre y cenicienta. Alguien debió ofrecerle aquella manta sobre la que pasó sus últimos instantes de vida. Imaginé una anciana con síndrome de Diógenes y una bolsa llena de raspas de sardina. Imaginé la complicidad entre la anciana y el animal y también imaginé la incapacidad de la anciana para aguantar aquella agonía.
Esa noche soñé con un cielo habitado por miles de ancianas y gatos callejeros. Era un cielo barroco ocupado por armarios, sofás, percheros, telarañas, mesas camilla, estufas de butano, calentadores eléctricos, revistas del año 1964, fotografías en blanco y negro con familias posando muy serias, secadores de pelo, sartenes usadas, latas caducadas de potaje de garbanzos, discos de vinilo, cassettes con viejos éxitos de gasolinera, bombillas rotas, pelucas de pelo sintético, jerseys de pico, botas camperas, Barbies descabezadas, cuentos infantiles en colores pastel y el manuscrito original de “La metamorfosis” de Franz Kafka.
No sonaba música celestial sino el tema “On fire  on a tightrope” (que, por otro lado, a mi me suena a música celestial). Todos, los gatos y las ancianas, caminaban a cámara lenta, y rebuscaban entre los desperdicios Dios sabe qué.
Me desperté en el momento en que una de las ancianas, que caminaba descalza, se cortó el pié con una de las bombillas rotas.
Pese a lo que pueda parecer, no fue un sueño desagradable. Tan solo me hizo pensar que igual yo, algún día, caminaré por un cielo parecido.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Noches de insomnio

Hay noches de insomnio en las que uno conduce sin destino aparente, para acabar siempre en esa extraña transición entre las sombras y la nueva luz. Hace un par de días fui a parar al maldito palmeral de Elche. Al menos, como dice mi amiga Nuria, es patrimonio de la humanidad. Lo peor fue darme cuenta, cuando acabó de amanecer, que me encontraba justo al lado del matadero municipal.
-¿Un mal presagio?- me pregunté.
Pero desde entonces sólo han sucedido cosas buenas.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Los hoteles de India

El libro de nuestro viaje por India entrevistando a mujeres afectadas por la lepra se retrasa. En principio debería estar a la venta para navidad, pero por diversos motivos no llegamos a tiempo. Se presentará en Enero. De momento voy dejando aquí  fotografías que nunca verían la luz si no fuera por este blog. En esta ocasión se trata de una de las habitaciones que ocupé en el largo trayecto que recorrimos . Es lo que encontré al entrar. Podría hablaros de las sábanas o el colchón pero lo dejo para vuestra imaginación. Hay que decir que la cosa no siempe era así. También hubo hoteles de muchas estrellas, con ducha de agua caliente, secador de toallas y pantalla de plasma multicanal donde veía pelis como "Gladiator" en versión hindi. o alguna de Boliwood. La vida es tan extraña....