Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

jueves, 26 de septiembre de 2013

Hotel












Un último encargo; fotografiar un hotel construido en los años 70 y ahora abandonado. Impresionante la sensación de ser el único humano, desde hace mucho tiempo, que pisa esos espacios vacios y, sin embargo, tan llenos de antiguas experiencias ajenas.

jueves, 12 de septiembre de 2013

Mariposa

Ayer intenté arrancar mi coche y no pude. La batería había muerto. Llevaba tiempo dando señales de agotamiento pero quise exprimirla hasta el final. Tuve que llamar a una amiga que me acercó a uno de esos horrorosos polígonos industriales donde encuentras desde una tienda de deportes hasta un sex-shop especializado en vibradores fosforescentes. Allí también se pueden encontrar baterías de coche (no en el sex-shop sino en el polígono).
La llevamos hasta mi garaje y esta mañana he cogido mis herramientas de españolito hacendoso, dispuesto a sustituir una por otra No ha resultado una tarea difícil. Tan sólo había que aflojar los bornes, soltarlos, sacar la batería antigua, colocar adecuadamente la nueva y volver a colocar los bornes en el lugar adecuado. Polo positivo en borne positivo y polo negativo en borne negativo.

Pero aquí es donde la historia da un giro inesperado. En el momento de extraer la batería vieja he descubierto, sorprendido, que bajo ésta se hallaba el cadáver, perfectamente conservado, de una mariposa de colores bellísimos. No sé el tiempo que podía llevar allí y mucho menos cómo pudo llegar hasta un lugar de acceso tan difícil. Eso era lo de menos. Un humano de mente lógica hubiera tratado de descifrar el enigma. Por ejemplo, un biólogo hubiera especulado con las tendencias naturales de una mariposa que se encuentra en el trance de buscar refugio, o un físico cuántico hubiera jugado con las probabilidades numéricas que tenían las partículas de la mariposa para encajar en el vacío milimétrico que hay entre la batería y el cajetín donde se encastra. Pero una mente como la mía, tendente a buscar la poesía de forma natural, no ha reparado en preguntas que se me antojan inútiles para ofrecerme eso que tanto anhelo; la pequeña belleza cotidiana, la belleza salvadora y redentora, la que refresca el alma.

Me he dirigido a casa con la mariposa entre las manos y una sonrisa infantil en los labios. Caminaba despacio, con miedo a dar un paso en falso que desintegrara tanta hermosura y convirtiera este mundo en un lugar oscuro y feroz. Creo que en el trayecto nadie se ha dado cuenta de que conmigo llevaba una diminuta, pero poderosa porción de luz.