Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

miércoles, 30 de marzo de 2011

¿Eres tú Indiana Jones?


Desde que viajo por latitudes supuestamente arriesgadas hay mucha gente que me dice; ¿necesitas un ayudante? ó ¿podrías meterme en tu maleta?
No dudo que esto de ejercer de “aventurero” tiene su glamour . Cuando yo era un aprendiz de fotógrafo, joven, salvaje y soñador también me imaginaba haciendo justo lo que ahora hago. En ese sentido doy gracias a todas las circunstancias que han conspirado para que yo cumpla un sueño, pero no nos engañemos; detrás del telón de los sueños las cosas no suceden como en las películas que los alimentaron. Recuerdo que uno de los periodistas a los que más he admirado, Vicente Romero, decía que la famosa película sobre reporteros titulada “El año que vivimos peligrosamente” debería haberse titulado “El año que vivimos miserablemente”. Y es que para traernos bajo el brazo un puñado de fotos hay que aguantar, a veces, circunstancias poco agradecidas como un clima hostil, unas personas pesadas o unos animales hambrientos. Os enseño los tobillos de mi compañero, Jordi Sebastià. Una tarde tuvimos que ayudar a una gente a la que el coche se le había quedado atascado en un socavón en medio de la selva. Los mosquitos se lo comieron a mordiscos, literalmente.
¿Por qué no me eligieron a mí ese día? – cosa de mosquitos. Más adelante ya se encargaron de devorarme los codos.
Al llegar al poblado donde nos instalábamos buscamos una crema con cortisona para que le bajara la inflamación. La foto es de unos días después de estar aplicándose la crema. Os podéis imaginar cómo se le pusieron.
Acabaré el artículo con el recuerdo de una canción de Los Enemigos titulada: “¿Eres tú John Wayne?”, aunque cambiaré al protagonista y la llamaré: ¿Eres tú Indiana Jones?
No me quejo, me encanta mi profesión, pero disfruto desmitificando las cosas.

lunes, 28 de marzo de 2011

Para mi hermano


Hay momentos en los que se me ocurren ideas para este blog mientras hablo por teléfono o realizo cualquier otra actividad.
Eso me acaba de pasar hace 5 minutos. Charlando con mi hermano he visto que entraba un chorro de luz por una ventana de casa. He plantado esta rosa seca(que ya he utilizado otras veces) en el banco de la cocina y he disparado. Para que luego digan que los chicos no sabemos hacer dos cosas a la vez.
For you,brother!!!

domingo, 27 de marzo de 2011

Sobrevolando la selva



Volvíamos a casa. Tras veintiún días de rodaje en Sao Félix do Araguaia, una pequeña avioneta nos llevaba a Brasilia sobrevolando la selva de Matogrosso. En Brasilia haríamos noche una jornada y al día siguiente nos subiríamos a un boeing que nos llevaría a España. No había sido un rodaje fácil. Las lluvias y algunos imprevistos habían lastrado un proyecto que realmente se podía haber realizado en diez días.
En su trayecto, la avioneta realizaba tres paradas en medio de la nada para repostar. Desde Sao Félix a Brasilia hay 1.200 kilómetros. Aquellos dispensarios de combustible estaban atendidos por empleados que recibían vuelos dos veces a la semana. El resto del tiempo debían dedicarse a la vida contemplativa; a mirar como el sol trazaba su monótona línea en el horizonte o a ver como, en época de lluvias, se formaban cúmulos nubosos que descargaban violentamente su contenido sobre la pista de aterrizaje para después evaporarse, convirtiendo aquel paraje en una sauna blanquecina en la que apenas se puede respirar los días de máximo calor.
En efecto; estábamos en época de lluvias y aquel precario aparato se disponía a despegar por segunda vez camino de Brasilia, camino del hogar. Justo en frente de la pista de despegue se agolpaban unas nubes negras que no parecían traer buenas noticias para los cuatro pasajeros y los dos pilotos que ocupábamos aquella avioneta. Me pregunté si los que comandaban el asunto esperarían a que escampara la segura tormenta que se avecinaba, pero bajo el vendaval, el segundo de abordo anunció a gritos que subiéramos rápidamente. Yo no daba crédito, Por un momento pensé que despegaríamos en sentido contrario a las nubes y bordearíamos la tormenta, aunque aquello supusiera perder algo de tiempo. No fue el caso. Rugieron los motores con el morro enfilado hacia aquella masa gris azulada que ya empezaba a descargar rayos verticales y diagonales con el consabido estruendo segundos después del fogonazo. Me apreté el cinturón de manera que casi no me llagaba sangre a los pies. Me daba igual. Prefería una amputación que una muerte segura. Los conos que indicaban la dirección de viento se tensaban en contra de nuestra dirección y el aparato zigzagueaba de lado a lado de la pista pugnando por alzar el vuelo. Pero lo peor aun estaba por llegar. Nos elevamos como un ave herida. Los violentos golpes de viento nos lanzaban hacia arriba con impulsos inesperados para después volvernos a lanzar hacia abajo. Otra vez nos elevábamos y descendíamos sin un criterio previsible. Empecé a echar de menos un optalidón, un diazepán, un poco de agua del Carmen o un cigarro (me daba igual el orden, aunque todos a la vez hubiera sido lo adecuado). A mi lado comprobé que había un cenicero metálico empotrado en una de las paredes del aparato que estaba forrada de una moqueta gruesa y rugosa. Un antiguo vestigio de cuando el ser humano podía fumar en plena crisis de ansiedad y de cuando el cáncer de pulmón no era más que un efecto colateral al que ignorabas dado el terror que te invadía en esos momentos. Intenté abrirlo, pero lo habían soldado para que ningún histérico como yo tuviera la tentación de usarlo. De golpe entramos en una nube tan negra que desde cabina tuvieron que encender las luces de pasajeros. Mi compañero y yo nos miramos y ambos adivinamos el miedo en los ojos del otro. Era la impotencia del humano ante el rugido de la madre naturaleza. Llovía de una manera salvaje y las gotas de agua inundaban las ventanillas. En realidad daba igual; el exterior ofrecía un gris oscuro y plano. Rayos de una luminosidad para mi desconocida hasta ese momento caían a derecha e izquierda y yo sólo pedía que el siguiente no acertara justo encima nuestro. Hubo un momento en que se empezaron a abrir claros y me di cuenta de que el piloto los iba a buscar. El trayecto hasta Brasilia se convirtió en una permanente búsqueda de la luz en aquel mar de oscuridad tormentosa. En los claros nos asegurábamos de no ser partidos en dos por uno de aquellos fogonazos, aunque en esas zonas luminosas el viento soplaba con más fuerza que en las zonas grises.
Como veis sobreviví, pero en mi interior hice la promesa de no volver a volar.
El otro día me propusieron ir a India para un próximo reportaje. Mi pregunta fue: “¿Ya se ha inaugurado el AVE Valencia - Calcuta?”

martes, 22 de marzo de 2011

Rosa


Se llama Rosa y la conozco hace muchos años. La he fotografiado como bailarina , como clown, también como trapecista y hasta de mujer forzuda.
Encima del escenario es coqueta y divertida. Probablemente es de esas bailarinas que fuera de Valencia cualquier compañía hubiera peleado por ficharla.
Esta mañana he tenido el placer de trabajar de nuevo con ella. Tras algunas dificultades hemos realizado una sesión de la que ambos estamos satisfechos.
Os enseño una muestra.

lunes, 21 de marzo de 2011

Un antiguo guión


De vez en cuando la huida te da regalos. Durante una semana me he largado de mi ciudad huyendo de fallas, verbenas, petardos y aglomeraciones. Destino;Navarra,concretamente Tudela. Allí he encontrado desde la nieve y las brumas del Moncayo hasta el más puro desierto;las Bardenas. Desconocía este lugar que, por otro lado, ha resucitado un viejo guión escrito hace varios años y nunca rodado, más por pereza que por otra cosa. Seguro que algún amiguete, cuando vea esta imagen me pica para ver si finalmente lo rodamos.
El paisaje es sugerente y la historia tenía su punto.
Espero que os guste la foto.
Si algún día se rueda la peli os informaré.

sábado, 5 de marzo de 2011

Ahorrar enegía


Parece que el barco se hunde definitivamente. En Libia la guerra se recrudece y los muertos ascienden , dicen algunas fuentes, a más de diez mil. Y esto acaba de empezar.
Aquí los muertos libios nos preocupan, pero en tercer o cuarto lugar. Primero nos da miedo el colapso económico a causa de la subida del precio del petróleo, el paro, el precio del atún en lata y del brócoli….etc. El gobierno, acuciado por la crisis en general y la de Libia en particular, parece que se ha asustado hasta el punto de decirnos que HAY QUE AHORRAR!!!! Y nos sugiere que pongamos menos la calefacción, que nos compremos bombillas de bajo consumo y que reduzcamos la velocidad de nuestros automóviles a 110 kilómetros por hora en autopista. A mi lo de las bombillas de bajo consumo me parece bastante bien, lo de no poner la calefacción a tope, como vivo en Valencia, donde hace un clima bastante amable, lo puedo llevar con màs o menos soltura, pero lo del los 110 lo llevo mal. Y no es que me guste correr excesivamente en la carretera, pero hay muchos tramos en los que ya a 120 parece que vas chafando huevos, por lo que cuando vayamos a 110 aquello puede ser un auténtico despropósito(aunque muy lucrativo para las arcas de la dirección general de tráfico y, consecuentemente, para el ministerio del interior, ansioso de multarnos a todos).
Pero bueno; las leyes son las leyes…..¿o no es así?
Pues parece que no para todo el mundo.
Recuerdo que cuando el gobierno central impuso la asignatura de “educación para la ciudadanía”, mi gobierno, el gobierno de la Comunidad Valenciana, dijo que no pensaba aplicar esa asignatura en sus planes de estudios porque se hablaba del divorcio y de métodos anticonceptivos. Finalmente accedió a impartir la asignatura pero en inglés, para que se joda Zapatero. A mi, particularmente, la ley me parece una mierda porque no habría que educar a los niños para la ciudadanía si los adultos nos comportáramos cívicamente, pero si la ley se aprueba en el parlamento (auténtico representante de la soberanía popular y bla, bla, bla),pues coño….cumple la ley.
Ahora llega a mi ciudad esa “bonita” fiesta de las fallas y las plazas rebosan de niños tirándome petardos a los tobillos mientras son jaleados por los padres que ,en su día, se opusieron a la educación para la ciudadanía. Y las calles se llenan de color y de “alegría” y, sobre todo, de bombillas que ni de coña son de bajo consumo. Y es que en Libia están muriendo a chorro por lo que nos preocupa muchísimo la subida del precio del petróleo y del gas y de la luz, pero la fallas son las fallas y aquí todo vale, y Gadafi sólo está en la parte oscura de nuestra primavera y qué más dará si el ayuntamiento se endeuda un poco más a costa de la “felicidad” de sus ciudadanos. Y es que , como dice Fito: “No pudimos ver con tanta luz”.
Viva San José!!!!! Vixca Sant Josep!!!!! ¿Alguien me puede informar de lo que vale un billete de avión a Pernambuco?