Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

martes, 25 de septiembre de 2012

Ya está aquí el otoño

Según el telediario, anteayer a las cinco menos diez de la tarde llegó el otoño. Así, sin previo aviso, a quemarropa. Siempre me ha llamado la atención la exactitud con la que los humanos determinamos la llegada de las estaciones. La vida fluye tan suave y ligera y nosotros tenemos tanta tendencia a la medición y  la exactitud que no me extrañan tantos dolores de cabeza y de cervicales. El caso es que con el fin del verano dejaremos de ver chicas bonitas en la playa, pero las veremos con sus gorros de lana y sus bufandas caminar por las calles, protegiéndose de la lluvia bajo las cornisas de los edificios. A mi me gusta el otoño. Disfrutaré los próximos tres meses de él hasta que un día cualquiera, sin previo aviso, a quemarropa, a las cinco menos diez de la tarde, me anuncien que ha llegado el invierno.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Meditación transcendental con gato.

Cansado de espolvorear estrellas, adopté tres gatos y me exilié en una alfombra trenzada  a mano.Desde mi atalaya contemplo impávido el hundimiento, la carcoma inexorable que avanza devorando los pensamientos ingrávidos, el fluir de la nada absoluta en corazones ajenos, la cronicidad del dolor cotidiano, sordo, casi imperceptible.Un huracán se agita fuera de este espacio, tan reducido como un latido.La sangre sigue corriendo a borbotones mientras el carnaval se acelera y el futuro languidece eclipsado por un presente sintético.

Desde aquí, con el ritmo de una rutina de insecto, observo el vacío sin vértigo. Mi sedoso cordón umbilical es cada día más fino y unas alas pugnan por romper la queratina que me cubre el alma. Vidas pasadas me visitan con presencia translúcida y me susurran que todo está bien, pero yo sé que no volveremos a conocer el mundo donde las flores eran eternas.                                                                                        Nathan Hope.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Fotografía polémica

Yo era muy joven cuando realicé esta fotografía. Por entonces me dedicaba a emular (por no decir copiar, fusilar o plagiar) a los grandes maestros que me servían de inspiración. Esta imagen era mi pequeño homenaje a Robert Mapplethorpe, fotógrafo homosexual de vida arrebatada que vivió intensamente y murió de sida cuando apenas rondaba la cuarentena. La imagen levantó ampollas, sobre todo en el sector feminista de los 80´s. Nunca entendí las críticas recibidas porque, en todo caso,  para mi, esta fotografía, era un juicio sumarísimo a la manera de vivir el sexo por parte de los hombres. Por entonces me sentía cercano al feminismo y  algún otro ismo, pero aquella reacción me hizo pensar  acerca de cuál era el sentimiento profundo de aquel colectivo del que hoy, muy a mi pesar, me encuentro tan distanciado.Lo mejor de crear es exponerte públicamente a la mirada de los demás. Las observaciones del público te dan una visión amplia sobre la condición humana.

Selfportrait


Lo bueno de interpretarse fotográficamente es que así, congelado como un tipo duro, nadie nota que tiemblas como un flan.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Shots from the car: Shot 9 (La noche americana)

Si nos relajamos un poco y nos abandonamos en brazos de la vida, ésta siempre nos da alguna pista para indicarnos que está de nuestra parte, que nos ama, nos apoya y nos cuida.

Retomo esta sección, hace un tiempo abandonada, de “Shots from the car”(Disparos desde el coche) con esta fotografía que  ilustra perfectamente lo que trato de expresar.
Aunque parezca lo contrario, la imagen que veis está tomada a las doce del medio día mientras recorría el trayecto Carboneras-Nijar. Suelo llevar alguna cámara a mano y voy disparando mientras conduzco. Sé que ello, si me ve la policía, puede costarme una bonita multa, pero es tan tentador….
El caso es que allí estaban esas montañas resecas, apiladas unas encima de otras, cubiertas por una ligera bruma que les otorgaba un halo misterioso. Accioné el limpiaparabrisas, alcancé con mi mano derecha la cámara que reposaba en el asiento del copiloto, paré de nuevo el limpiaparabrisas y, antes de que la velocidad del coche me hiciera abandonar aquel ángulo privilegiado, disparé varias veces sin percatarme de que todos los parámetros no estaban preparados pera ese tipo de toma. Es decir, la cámara estaba configurada para fotos en interior con luz artificial y el diafragma estaba casi completamente cerrado, con lo que dejaba pasar muy poca luz. Cuando llegué al apartamento donde estaba pasando unos días comprobé que, sin quererlo, había realizado lo que en cine se denomina una “noche americana”. La noche americana consiste, resumidamente, en crear un efecto noche a plena luz del día. Gracias a  esos parámetros “inadecuados” había quedado una imagen muy atractiva. La vida me hacía de nuevo un guiño y mirándome a la cara me decía: “¿Lo ves, chaval?; me encantan tus imperfecciones”.