Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

sábado, 14 de agosto de 2010

La imperfección


En este siglo donde pretendemos alcanzar la perfección y la inmortalidad yo adoro las pequeñas imperfecciones.
Hace unos días fui a comprar fruta al pakistaní de al lado de casa. Allí había un puesto con unas pavías relucientes que se ofrecían exuberantes al público a un precio irresistible. La gente se amontonaba para no perder la oportunidad y lanzaba sus zarpas a la caza de la pavía perfecta.
- Pues no seré yo el que se quede sin sus pavías- pensé.
Me puse el casco y me lancé a la vorágine. Intenté abrirme paso entre ancianas expertas en darte codazos en el costillar y tipos de gimnasio que me hacían sombra con sus dorsales. Un enjambre de garras atrapaba la fruta y la embutía en las bolsas sin compasión y sin recato. Fue entonces cuando, entre los bíceps de un ciclado y el moño de una anciana, vi una pavía que era constantemente rechazada por aquella fauna. El motivo; era “defectuosa”. Aquella pavía tenía una especie de chepa o de tumor que la hacía diferente a las demás. Y como en esta sociedad del mimetismo la diferencia se lee como defecto, aquella hermosa pieza, quedó apartada en una esquina hasta que pude hacerme con ella.
Llegué a casa y, por curiosidad, me convertí por unos instantes en cirujano plástico. Dispuse las herramientas necesarias para amputar ese tumor y tratar de dejar a aquella “pobre” lo más parecida a cualquiera de sus congéneres. La operación fue bien. La paciente quedó satisfecha con los resultados y me dijo que ahora caminaría mucho más segura en el mundo de las frutas, mirando a la cara a melocotones y mangos. A mi en cambio, desde ese momento, me pareció una pavía vulgar. La cogí, la pasé por el baño “purificador” del agua del grifo y la emprendí a bocados. Estaba buena. Cuando acabé con ella me comí el tumor. Tampoco estaba mal.

3 comentarios:

  1. ¡Me encanta, me encanta!... La imperfección, tema que puede doler mucho, pero aplicando el sentido del humor para exponerlo. Un amigo me contó el otro día que cuando ve las cosas negras aplica el sentido del humor y se ríe a pleno pulmón. Y está claro que sentirse imperfecto -qué no ser imperfecto (¡entendido!)-, lo es...Y ahí andamos algunos últimamente aplicando la risoterapia, humor-terapia... para vencer al "Alien" interno que es un cansino de narices! Gracias y besos...

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  2. si.....ante las adversidades....sentido del "tumor"

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