Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

jueves, 2 de junio de 2011

El infinito hacia abajo


Decía un amigo que le interesaba más el infinito hacia abajo que el infinito hacia arriba. Normalmente cuando pensamos en el concepto infinito imaginamos galaxias, agujeros negros y lejanas estrellas cuya luz todavía somos incapaces de ver, pero encontraremos un infinito, quizás tan inabarcable como éste, si pensamos en moléculas, átomos, protones, neutrones y quarks. Mis conocimientos de física cuántica son muy limitados, pero diría que el quark es la partícula más pequeña conocida. Vendría a ser como el planeta más lejano conocido, pero hacia abajo.
Todo esto en realidad es para hablar, aunque parezca mentira, de la ya famosa crisis del pepino español. Hasta hoy suman dieciocho los muertos por comer pepino (aunque últimas noticias ponen en cuestión que realmente sea esta hortaliza la causante del estropicio). En ella se ha encontrado una bacteria denominada e-coli que, por lo visto, es letal. Un bichito sólo visible a través del microscopio tiene a la población europea con el culo apretado.
Pero volviendo al tema de lo grande y lo pequeño, aun a riesgo de que este blog se parezca cada vez más a Barrio Sésamo, diría que cuando a veces hablamos de la muerte decimos eso de: “hay que vivir el presente, porque imagínate que ahora va y me atropella un autobús”. Pero nunca decimos: “hay que vivir el presente, porque imagínate que ahora va y me como una bacteria e-coli”. Es decir, nuestra imaginación siempre se dirige hacia lo grande, lo visible. Y es que la imaginación se nutre de lo conocido. Es posible que un científico sea capaz de soñar con la famosa bacteria porque la ha visto, la ha medido, la ha cuantificado, pero el común de los mortales (léase yo) antes me imagino chafado por un meteorito que habitado por una e-coli.
En resumen; la gente está palmando por un ejército invisible y eso me hace pensar en que no somos más que un conjunto de diminutas partículas que se han puesto de acuerdo temporalmente para formar un cuerpo y una mente. Ese cuerpo y esa mente, en mi caso se llaman Jordi Pla y tienen un DNI y una tarjeta de crédito y un bonobus Llegará un día en que esas mismas partículas sean convencidas por otras (bacterias, virus o lo que sea) para dejar de funcionar armoniosamente. A eso le llamamos enfermedad y muerte. En realidad es tan sencillo…

3 comentarios:

  1. Le llaman e-coli para abreviar, pero lo cierto es que nuestro intestino (el tuyo y el mio) está bien poblado de ella, y el del resto de los mamíferos también. Es que la tele cuenta las cosas... pues como yo, de cualquier manera, sin profundizar.
    Mi disculpa es no aburrirte, lo de ellos es que lo que de verdad les interesa es el circo y no la noticia.

    Un saludo Jordi.

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  2. jordi, eres genial! gracias a una rodajita de pepino atravesamos las galaxias hasta llegar al punto final, la muerte... ¡madre mía que poder de sacar de lo "aparentemente sencillo" lo más profundo y complejo. la fotografía me parece preciosa.
    un beso.

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  3. Tienes razón, Dani. Es cierto que todos tenemos la dichosa bacteria dentro, pero en realidad esta entrada no iba sobre la bacteria. Tan sólo era la excusa para hablar de lo grande y lo pequeño, la muerte y la fragilidad. Ya sabes; los temitas del jordi.
    Elena; me alegra que sigas disfrutando de las "pequeñas cosas". Un beso.

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