Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

jueves, 17 de junio de 2010

La última del plátano


Me preparé el desayuno hace unos días. Un buen bol de cereales y fruta. Lo habitual. Me encanta el desayuno,es la comida del día que más disfruto. Instintivamente miré por la ventana,es un acto cotidiano. Miro el cielo y miro las plantas de mi terraza. En primavera,tras las lluvias están exuberantes. ¿Recordáis el plátano abandonado allí? Los que seguís este blog asiduamente seguro que sí. Tras unos días había vuelto a mutar. Ahora se parecía más a una algarroba. Pero lo fascinante del asunto no era la morfología del fruto. Lo que me sedujo fue una avispa que allí estaba,succionando compulsivamente dentro del agujero que previamente había erosionado aquel caracol y donde habían anidado las larvas de hormiga.
Solté precipitadamente el bol y los cereales se esparcieron por la bancada de la cocina. Daba igual. Debía ir corriendo a por la cámara antes de que el insecto echara a volar. Tropecé con todos los muebles,alcancé la cámara,corregí todos los parámetros para acertar la exposición,me acerqué sigilosamente para que la avispa no se asustara y me hiciera perder ese momento mágico. Pero la mayor sorpresa fue que,por más que me acercaba a ella, no escapaba del lugar. "Una avispa coqueta"-pensé-"le gusta que le hagan fotos". Típico pensamiento absurdo que me invade al despertar. No,evidentemente las avispas no son coquetas. La observé detenidamente y comprobé que aquel bicho estaba completamente borracho. Se tambaleaba por encima del plátano como un funambulista a punto de caer del cable. Se reincorporaba,caía de nuevo y volvía al agujero a chupar. El plátano había fermentado y aquel animal se estaba poniendo las botas. Me olvidé del desayuno y le hice un reportaje entero. Si os fijáis en esta foto veréis al insecto apoyándose a duras penas con una pata sobre el plátano como si fuera la barra de un bar y estuviera a punto del coma etílico. Y si ampliáis más todavía podréis ver como una hormiga le acompaña en su fatiga borrachuza como una buena compañera de correrías. Allí estuvieron todo un día. Cuando me fui a dormir seguían allí. Yo pensé que habían muerto de exceso pero cuando desperté al día siguiente ya no estaban.
Hay que ver lo que da de sí un plátano secando al sol. La vida sigue siendo un misterio y un regalo.

3 comentarios:

  1. Llevo sólo una semana entrando en tu blog. Me acerque a él por el tema del libro africano y en estos días he estado mirando los comentarios y los temas que tratas... Quiero decirte que tras leer toda la historia del plátano y ver tus reflexiones sobre lo que la mayoría habríamos pasado por alto, me he quedado sorprendida de como por una curiosidad infantil, como tu dices, se puede descubrir lo impredecible y maravillosa que es la vida también en sus pequeñas cosas... curioso! Después de leer toda la historia, he recordado las palabras de un amigo: “...hacer ver al ciego no se reduce a dar la vista a alguien que no ve, también es hacer que el que siempre ha visto, sepa mirar con otros ojos hasta descubrir la maravilla que es la vida y de la que todos formamos parte”... Gracias por hacerme reflexionar sobre la riqueza y maravilla de vida con la que cada segundo tenemos un romance..

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  2. Gracias a ti por dejar abierta la puerta a mis "locuras". Hay un dicho en Inglaterra que dice: "la curiosidad mató al gato". Y yo digo: Vale, pero mientras tanto lo que disfrutó!!!!

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  3. El plátano tiene mucho potasio ... Has visto que contenta está la avispa????

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