Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

sábado, 12 de junio de 2010

Especial fumadores.


En el golfo de Méjico se ha producido una nueva catástrofe, de las gordas. Una torre de extracción petrolífera de compañía británica BP tuvo problemas técnicos hace unos 45 días y desde entonces está dejando escapar al mar, frente a las costas de Nueva Orleans, ciudad a la que adoro por lo feliz que un día me hizo, miles de toneladas de crudo. Una vez más el humano, con su desidia, con su falta de previsión y su avaricia, se convierte en un nuevo cáncer para este bello planeta. Una vez más los que nos consideramos ecologistas, izquierdistas, garantistas y hemos rozado casi todos los “ismos” nos tiramos de los pelos, nos rasgamos las vestiduras y nos volvemos a asociar a Green Peace, de la cual nos dimos de baja tras un ataque de nihilismo hace unos años.
Es curioso.- me digo a mi mismo- Cuánto nos preocupamos por la contaminación de los mares y ríos, cuánto nos ocupamos de no tirar bolsas que ensucien el entorno, cuánto reciclamos el papel, el plástico y el vidrio. En definitiva; cuánto atendemos a todo aquello exterior a nosotros (que por otro lado, y bajo la visión de las religiones orientales, también es nosotros) y qué poco atendemos a nuestro pequeño microplaneta, nuestro propio cuerpo. Siempre he pensado en mis venas como los ríos que alimentan mi tierra, mis músculos; en mis pulmones como la capa de ozono que filtra el aire que respiro; en mis vísceras como el magma del que extraer las sustancias que me alimentan.
Y si nos preocupamos tanto por el entorno;¿cuál es el motivo que nos lleva a no cuidarnos a nosotros mismos?,¿qué nos lleva a amar a los demás y a detestarnos a nosotros?,¿es nuestro cuerpo nuestro coto privado de caza donde, cual señoritos, practicar todo tipo de calamidades?
Se dice en la tradición budista que todo lo que hagas a los demás te lo estás haciendo a ti y, consecuentemente, todo lo que te hagas a ti repercute en los demás. La vida es un sistema de espejos que se miran.
La gente que me conoce bien, incluso la que no tanto, sabe de mi guerra abierta contra el tabaco.
Puedo decir sin temor a equivocarme que he dejado de fumar más de cien veces y he vuelto otras tantas. La gente que más me quiere me considera un héroe, la que menos me quiere me considera un estúpido (¿o era al revés?).
En todo caso, esta entrada es una reflexión sobre la que me podría extender cansinamente y no quiero aburrir a nadie. No quisiera entrar en el análisis de por qué vemos a nuestro propio cuerpo como a un extraño, aunque tengo mis teorías.
Sólo planteo la última pregunta: ¿Alguien vaciaría el contenido de la fotografía que os muestro en un lago o en el salón de su casa?
Bon día.

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