En mi hogar, mi madriguera,
como los osos paso un proceso de hibernación. Me sucede porque, al vivir en una
planta baja, durante tres meses al año no entra el sol directo. Hay luz
suficiente como para mantener las constantes vitales, pero no sol. El sol he de
buscarlo fuera para sobrevivir pero, unas veces por pereza y otras porque
reduzco mis movimientos a la mínima expresión, no lo hago. Así palidezco como
un zombi.
Anteayer entró el primer rayo
de sol en mi hogar, mi madriguera. El oso empieza a desperezarse, el zombi
grita y se agita tapándose los ojos porque se resiste a morir. Ahora todo se
empezará a acelerar. Dentro de nada la
cantidad de sol que entra se multiplicará por mil y habrá una explosión de vida
en el salón, y dormiré mis siestas en la terraza. Estoy viviendo el preludio
cromático de la primavera. Una estación empieza a languidecer porque la
siguiente pide paso con urgencia.
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