Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Es necesario estar buena para presentar un telediario?


Desde hace un tiempo vengo observando el perfil de las presentadoras de los telediarios y confirmo que, sobre todo en las cadenas privadas, parece ser necesario pasar un casting de morros, tetas, ojos y morbo en general, para contarnos que en Haití lo están pasando fatal. Cuando yo era pequeño el parámetro de presentadora estrella lo marcaba Rosa María Mateo, una mujer que a mi me parecía guapísima pero que, sin duda, no entraría en los cánones de belleza de hoy en día. Me pregunto dónde están las periodistas gorditas o de nariz prominente o simplemente maduras que puedan desplegar en pantalla toda su sabiduría profesional. Supongo que, como en cualquier aspecto de la vida contemporánea, en los medios de comunicación reina la forma más que el fondo, el cómo te lo cuento más que lo que te cuento. La estupidez campa a sus anchas vestida de Lolita, de jamona o, hablando de ellos, de tipo cachas “desenfadado” y bíceps a punto de estallar, aunque entre los locutores abunda más el tipo "gracioso" que el guapo (vease los deportes de "cuatro").
Y es que no nos engañemos; Mercedes Milá se vendió a un gran hermano por un puñado de dólares, Javier Sardá hizo lo propio para volar hasta Marte y se les suponía una entereza profesional que iba más allá de la belleza física. Por lo tanto; ¿Qué podemos esperar de las jovencitas y jovencitos que vienen pisando fuerte y son capaces de apuñalar a su madre en directo con tal de obtener sus 15 minutos de fama o, con suerte, acabar presentando un programa "del corazón"?

Ayer desapareció la cadena de información CNN y ha sido sustituida por un “gran
Hermano” las 24 hora. No nos engañemos; tampoco CNN era una
cadena para echar cohetes, pero tenía su punto de equilibrio y era otra opción para informarse de cómo y cuándo iba a explotar el planeta entero. A partir de ahora sólo podremos ver durante 24 horas a unos cuantos descerebrados y descerebradas metiéndose mano por las esquinas de una casa ficticia.
Para el que no haya leído “1984”, este es el momento. Lo recomiendo encarecidamente. Orwell se adelantó unos cuantos años a la sociedad que estamos viviendo. Yo lo empiezo a releer mañana mismo. Bienvenidos al final de la vida inteligente.

4 comentarios:

  1. Querido, siempre vamos un poco a destiempo. Cuándo se llevaban los presentadores maduritos interesantes, éramos los guapos del barrio. Ahora que se llevan los guapos, somos los maduritos interesantes. Es lo que tiene ir contracorriente. Lo realmente preocupante es que hoy día ir contracorriente es simplemente decidir apagar la tele. Orwell, sin duda, pensaría que se quedó corto, ya ni siquiera es necesaria la represión violenta y física, basta con crear una corriente estética o de pensamiento. Que lejos estamos del Renacimiento por arriba, que cerca estamos por abajo. No sé si se ha acabado la vida inteligente, no sé si alguna vez la hubo más allá de algunos individuos, pero sí que depende de nosotros cada día caer.
    Feliz año

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  2. Hola Jordi! Sigo leyéndote, y eso me hace pensar que finalmente le has dado largas a tu idea -más bien desengaño, diríamos-, de cerrar este blog. Los que te leemos no podemos menos que sentirnos felices de tu manga ancha. Hace muchos años, por lo menos treinta y..., leí en un libro de Herman Hesse, creo que era El lobo estepario, esta frase: "El amor no debe pedir, ni tampoco exigir. Debe tener la fuerza de encontrar en sí mismo la certeza." Yo ahora entiendo por qué lo decía Hesse, aunque obviamente en aquel entonces no lo entendía y si no me lo hubiera tomado tan en serio mejor me hubiera ido. Pero tú ahora sí tienes esa edad (la edad en que las certezas caducan, que diría Drexler) en la que puedes tomártelo en serio con subyugante elegancia: da, da, da lo que tengas, que la vida es corta, da lo que tienes. Como dice Fito, (ya ves que en treinta años mis lecturas han ido avanzando) "Nunca pido nada a cambio, eso es algo que he aprendido; yo siempre te he dao los besos que tú nunca me has pedido". Sigue dándonos nesos, aunque no te los pidamos. Aunque ni siquiera nos conozcas. Te aseguro que vale la pena. Cuqui.
    p.d. ¿un café?

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  3. Otra p.d.: Mientras nosotros andemos por aquí, no hay final de la vida inteligente, amor. Hay que ponérselo un poco más difícil. ¿No te parece, Jordi el argelino?

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  4. Cierto. El dar esperando algo a cambio convierte el acto de amor en transacción comercial. Uno,de vez en cuando, se atasca.
    Pero siempre es tiempo de rectificar y volver sobre nuestros pasos.
    Por cierto yo también visito tu delicioso blog. Si no te importa te pondré como enlace.
    Ah...ese café cuando quieras.
    Muchos besos.

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