Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

sábado, 30 de marzo de 2013

Sin conservantes ni colorantes


Hay días en los que alguien te quiere cuidar y llega a tu casa cargada de amor y alimentos sin conservantes ni colorantes. Y te entrega su afecto sin aditivos ni edulcorantes. Y cocina para ti y te escucha y te atiende y te observa y te acaricia sin tocarte. Y te acuna y te pone un espejo en el que casi te ves bello. Y te pregunta y te impulsa y te solicita y te sonríe de oreja a oreja. Y te mata y  te resucita y te redime y te apacigua y te exalta. Y te añora y te necesita y te espera al otro lado de un río tan caudaloso que tú te asustas, retrocedes y  vuelves a avanzar hasta la orilla. Y tiemblas y estallas y te recompones y te esfuerzas y te convences  no sabes muy bien de qué. Y te odias y te amas y te desgarras y te asombras. Y te nutres, te desplomas, te levantas y te sumes en un caos tan grande que el big-bang  parece un fósforo mojado. Y lo intentas y fracasas y lo vuelves a intentar. Y tratas de ser y  tratas de estar, pero si demasiado tratas te retratas. Y si te retratas te expones y si te expones sufres y si sufres te angustias y si te angustias te pierdes. Y si te pierdes necesitas que alguien te quiera cuidar y cocine para ti alimentos sin conservantes ni colorantes.

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