Hay noches de insomnio en las que uno conduce sin destino aparente, para acabar siempre en esa extraña transición entre las sombras y la nueva luz. Hace un par de días fui a parar al maldito palmeral de Elche. Al menos, como dice mi amiga Nuria, es patrimonio de la humanidad. Lo peor fue darme cuenta, cuando acabó de amanecer, que me encontraba justo al lado del matadero municipal.
-¿Un mal presagio?- me pregunté.
Pero desde entonces sólo han sucedido cosas buenas.
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ResponderEliminarla transición entre las sombras y la nueva luz es sin duda una de las cosas bellas en el mundo. Como tu foto.
ResponderEliminarThanks,Rozio.
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