Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

domingo, 17 de junio de 2012

El cambio constante


Hay ciertas mentiras históricas como la siguiente: “Grecia es la cuna de la civilización”. Con esta mentira, o al menos media verdad, hemos crecido y siguen creciendo generaciones enteras de estudiantes. Puede que en Grecia naciera nuestra civilización, pero nadie hoy en día puede negar que antes de de la civilización griega existieran otras de igual o mayor relevancia. Pongamos un  ejemplo clásico; la civilización china. Pero parece ser que la prepotencia y el “ombliguismo” europeo tiende a ningunear todo aquello que sucede fuera de unas fronteras que son, cuanto menos, difusas (o que alguien me explique porqué participa Israel en el festival de eurovisión).
Hoy hay elecciones generales en el país heleno y a todo el “viejo continente” le tiemblan sus carnes flácidas porque, al parecer, si triunfa la izquierda en el país donde nació la cultura que finalmente nos ha traído hasta esta agónica sociedad, Europa desaparecerá. Es paradójico que el lugar donde se instauraron las bases culturales de todo un continente pueda ser la llave que cierre la puerta de esta supuesta “casa común” (que para mi ni es casa ni es común). El entramado me parece tan complejo que no seré yo el que se ponga a desmenuzar los motivos que nos han llevado hasta esta cloaca donde siguen gobernando una minoría de ciudadanos oropeleros, mientras el resto hace malabarismos de economía doméstica para llegar a fin de mes. Me resulta repugnante cómo los medios de comunicación ejercen una presión constante sobre la población para asustarla ante la posible llegada al gobierno de la izquierda. Supongamos que sea cierto que la izquierda griega desee salirse del euro (axioma por demostrar), supongamos también que ello suponga un cataclismo mayor que el que ya padece la población griega; ¿acaso en democracia no existe el derecho a la equivocación?, ¿es justo y democrático el voto del miedo?
Dicen que  si sale Grecia del euro, detrás irán Portugal, Irlanda y España. ¿A quién, si no a los adoradores de este vellocino dorado que es el capitalismo, le puede importar que esto suceda?, ¿a quién, si no a los tahúres bursátiles o a los trileros bancarios?
Cuando estudiaba en la facultad nos explicaron las diferencias existentes entre dos destacados filósofos presocráticos, Parménides y Heráclito. El primero defendía la inmutabilidad de la vida, mientras el segundo era defensor del cambio constante (“nunca nos bañamos en el mismo río”). Yo siempre milité en las filas de los heraclitianos y sigo haciéndolo. Todo cambia constante y necesariamente, por mucho que unos pocos agoreros digan que el cambio nos lleva a la perdición. Cambiemos y alegrémonos del cambio porque, aun sin alegría, el cambio se producirá.
Hoy mi corazón está con el pueblo griego. Que sean y sobre todo se sientan libres a la hora de votar, que rechacen el miedo y defiendan la vida, su vida, la que ellos quieran vivir y si se equivocan, bienvenida sea la equivocación. La equivocación  es tan patrimonio de la humanidad como el Partenón.

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