Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

viernes, 15 de abril de 2011

El Satori


En mi observación de la naturaleza, un día tropecé con una hormiga. Era un día caluroso. Yo rodaba en la montaña el plano de una población lejana y el sol mordía mi espalda. En aquel cerro no había nadie, y se produjo uno de esos momentos de paz, quietud y escucha que mi profesión me regala de vez en cuando. Me senté bajo un pino a observar el horizonte. Al fondo, el mar era una línea azul salpicada de pequeños destellos que abrazaba una población de pescadores. Aquel sentimiento se parecía a lo que los japoneses denominan satori; un encuentro con el todo sin separación posible entre tú y la vida, el entendimiento absoluto, la iluminación. Sonreí. Pero el satori, por definición, es fugaz y desaparece en cuanto piensas que lo has alcanzado. La unión profunda con la vida es tan frágil como la piel de un recién nacido.
Bajé la mirada a tierra y fue entonces cuando se produjo el encuentro. Alguien que, como yo, se refugió bajo aquel árbol había arrojado al suelo una corteza de melón. Todavía estaba fresco y una hormiga lo recorría hincándole el diente, extrayendo su agua, su azúcar, su vida. Recordé los experimentos en mi terraza, cuando abandonaba plátanos para ver su descomposición y cómo los insectos se alimentaban de ellos. Era exactamente lo mismo. Alguien había abandonado esa corteza y, sin saberlo, estaba impulsando la rueda de la vida y la muerte. Jamás aquella persona podrá imaginar que su acción alimentó a una hormiga y, como consecuencia, me hizo alcanzar un nuevo satori, que irremediablemente desapareció cuando empecé a pensar en todo esto que escribo.
Hay días que recuerdo a la hormiga y me pregunto qué habrá sido de ella. ¿Será feliz?,¿reventaría de melón?.....
¿Cuánto tiempo vive una hormiga?, ¿alguien me podría contestar?

1 comentario:

  1. Pues yo misma te contesto. De hecho, hace algún tiempo tuve una experiencia similar a la tuya, y eso desperto mi curiosidad acerca de la vida oculta de las hormigas. Respecto a su duración, pues varía según las especies. La media es de uno a dos años, aunque algunas solo alcanzan las pocas semanas, y sin embargo dicen que la reina puede durar hasta quince...aunque creo que son rumores. Por cierto, dicen también que la reina es solitaria, y no va acompañada del macho cuando establece el nido. La muy fresca. Y tras la fecundación, se arranca las alas con las mandíbulas. Total, para lo que van a servirle... luego comienza a excavar una pequeña cámara y permanece en ella hasta el año siguiente. Y muy bien que hace. De todos modos, el dato más relevante que he extraído de mi breve periplo por el hormigueo es que, definitivamente...les gusta el melón. Un beso

    ResponderEliminar