Mi ruta salvaje llega hasta el centro del misterio, atraviesa el huracán y las tormentas para, finalmente, alcanzar el sosegado corazón de mi alma.
Nathan Hope

lunes, 1 de octubre de 2012

India en la memoria



Aquel tipo de nombre impronunciable y silencios eternos conducía como un demonio esquivando vacas sagradas, perros y familias enteras que acarreaban los enseres de toda una vida. Dicen que India es el país con más accidentes de tráfico en todo el planeta. Lo confirmo.Por otro lado, no hay otra forma de conducir en aquel torbellino de automóviles que escupen CO2 como para reventar la capa de ozono en un solo día. O aceleras o se te llevan por delante.
Tras cientos de kilómetros siempre acabábamos en algún poblado de mala muerte donde nada crecía y donde encontrábamos algunas personas enfermas de lepra a las que podríamos entrevistar. Historias durísimas. Gente acostumbrada a resistir ante el karma que les había tocado. Para eso estábamos allí; para escuchar, fotografiar y contarlo a nuestra vuelta.
India te parte en dos. Y si no te parte en dos, es que alguien te robó el alma.
Por la noche dormíamos en alguna pensión con habitaciones por limpiar y sábanas con lamparones. Puede que el panorama no resulte tentador, pero si me propusieran salir ahora mismo para allí, no lo dudaría. Y es que India rebosa vida por todos sus poros. Es justo la vida que nos falta en esta Europa gris y apolillada, en esta Europa caduca y prepotente, orgullosa y encantada de haberse conocido.
Yo me indigno. Me indigno ante el hambre y el dolor. Me indigno ante la estupidez de quien nos gobierna. Y no sólo hablo de esta pequeña y mezquina porción de tierra llamada España. Me indigno ante el mundo, ante ti; ser humano pequeño burgués, pacato y cobarde. Me indigno ante mi; ególatra y arrogante. Me indigno, claro que me indigno. Pero tras indignarme respiro hondo, porque la indignación no tiene que ser más que la puerta de entrada a algún lugar donde otra realidad sea posible.

2 comentarios:

  1. lo impresionante también es el poder de penetración de nuestra sociedad en la mente y la vida de esta gente.

    Sólo hay que ver que el hombre sostiene (creo) un teléfono móvil entre las manos (seguramente más útil allí que aquí) sentado delante de un anuncio de Coca-Cola (que casi nadie beberá en demasía).
    Posiblemente, todo tenga su justa medida. Incluso beber cocacola

    ResponderEliminar
  2. Vox: Como siempre tan agudo. Sí; nuestro chofer siempre llevaba un móvil encima y le era muy útil porque le íbamos cambiando los planes según surgían nuevas necesidades. En cuanto a la cocacola; esta pared estaba en un bar en medio de la nada más absoluta. Y tienes razón, no vi a nadie con una cocacola en la mano. Y mira que recorrimos un montón de poblaciones.
    un beset.

    ResponderEliminar