Volábamos
con destino a Bombay. Hacíamos escala en París y el vuelo llegaba con retraso.
Una vez en París, y a pesar de las carreras, perdimos el avión que nos debía
llevar hasta India. Tocó renegociar la forma más rápida para llegar y tras una
hora logramos un vuelo vía Amán, donde deberíamos esperar otras tres horas
hasta coger la conexión a Bombay. Lo que eran nueve horas de viaje se
convirtieron en casi veinte. Y veinte horas dan para mucho, por lo que me
dediqué a sacar algunas fotos. Esta es una de ellas.
Dicen
que en los aeropuertos sueltan halcones para cazar o ahuyentar a otras aves que
pudieran estorbar en el despegue y aterrizaje de los aviones. A esta paloma la
“cacé” en el Charles de Gaulle parisino. Era una paloma suicida o muy
inconsciente. Y así pasaron las horas entre palomas suicidas y muchos cafés. Es
lo que tiene el viajar.
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