Hoy la dependienta de la pescadería me ha regalado el ojo de un pez espada. Me ha dicho que quizás me sirviera para alguna fotografía (privilegios de cliente antiguo). A mi me ha fascinado el gesto y el ojo en si mismo. Observándolo he vuelto a constatar el desesperado empeño del ser humano por imitar a la naturaleza. Nada más verlo he pensado que este ojo podría estar en una colección de bisutería de cualquier diseñador de moda. Me lo imagino en un anillo, en un collar o en unos pendientes. Y es que la naturaleza es la gran e inagotable fuente de inspiración. Las obras del ser humano siempre son un triste plagio.
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