Hay días en los que alguien te quiere cuidar y llega a tu casa cargada de amor y alimentos sin conservantes ni colorantes. Y te entrega su afecto sin aditivos ni edulcorantes. Y cocina para ti y te escucha y te atiende y te observa y te acaricia sin tocarte. Y te acuna y te pone un espejo en el que casi te ves bello. Y te pregunta y te impulsa y te solicita y te sonríe de oreja a oreja. Y te mata y te resucita y te redime y te apacigua y te exalta. Y te añora y te necesita y te espera al otro lado de un río tan caudaloso que tú te asustas, retrocedes y vuelves a avanzar hasta la orilla. Y tiemblas y estallas y te recompones y te esfuerzas y te convences no sabes muy bien de qué. Y te odias y te amas y te desgarras y te asombras. Y te nutres, te desplomas, te levantas y te sumes en un caos tan grande que el big-bang parece un fósforo mojado. Y lo intentas y fracasas y lo vuelves a intentar. Y tratas de ser y tratas de estar, pero si demasiado tratas te retratas. Y si te retratas te expones y si te expones sufres y si sufres te angustias y si te angustias te pierdes. Y si te pierdes necesitas que alguien te quiera cuidar y cocine para ti alimentos sin conservantes ni colorantes.
sábado, 30 de marzo de 2013
Sin conservantes ni colorantes
Hay días en los que alguien te quiere cuidar y llega a tu casa cargada de amor y alimentos sin conservantes ni colorantes. Y te entrega su afecto sin aditivos ni edulcorantes. Y cocina para ti y te escucha y te atiende y te observa y te acaricia sin tocarte. Y te acuna y te pone un espejo en el que casi te ves bello. Y te pregunta y te impulsa y te solicita y te sonríe de oreja a oreja. Y te mata y te resucita y te redime y te apacigua y te exalta. Y te añora y te necesita y te espera al otro lado de un río tan caudaloso que tú te asustas, retrocedes y vuelves a avanzar hasta la orilla. Y tiemblas y estallas y te recompones y te esfuerzas y te convences no sabes muy bien de qué. Y te odias y te amas y te desgarras y te asombras. Y te nutres, te desplomas, te levantas y te sumes en un caos tan grande que el big-bang parece un fósforo mojado. Y lo intentas y fracasas y lo vuelves a intentar. Y tratas de ser y tratas de estar, pero si demasiado tratas te retratas. Y si te retratas te expones y si te expones sufres y si sufres te angustias y si te angustias te pierdes. Y si te pierdes necesitas que alguien te quiera cuidar y cocine para ti alimentos sin conservantes ni colorantes.
sábado, 23 de marzo de 2013
On the road again
Lo reconozco. Una vez más lo
reconozco; me gusta mi profesión. Y no hablo sólo de hacer fotografías o rodar
documentales, también hablo de lo que rodea al acto fotográfico y más
concretamente al hecho de recorrer lugares inexplorados por mis ojos.
Acabo de llegar de un viaje
relámpago que me ha tenido un par de días entre Badajoz y Salamanca. Se trataba
de realizar un mini documental para una empresa francesa dedicada a la
exportación de productos alimenticios españoles. El trabajo ha estado bien.
Espero buenos resultados sin haber
revisado todavía las imágenes grabadas. Pero ahora no quiero hablar de eso.
Quiero hablar de los paisajes que he disfrutado mientras conducía escuchando al
maestro Cohen. Me hubiera detenido en muchos de ellos, pero por desgracia ha
sido imposible pues eran tantos y tan hermosos que, de haberlo hecho, no
hubiera llegado a tiempo al trabajo, y eso ya sabemos que es muy malo, sobre
todo para la economía doméstica y para la fama de puntual que uno se ha ido
labrando con los años.
Estas imágenes las tomé en un
lugar al que ahora no sabría volver. Sólo sé que era una carretera secundaria
situada entre Salamanca y Ávila. Fuera del coche hacía un frío pelón, por lo
que me tomé el tiempo justo para realizar un par de disparos con mi pequeña
cámara de bolsillo
antes de volver al interior
del vehículo. Me hice un cigarro y puse “Alexandra leaving”, una de mis
canciones favoritas de Cohen. El paso de las nubes producía fugaces fogonazos
de sol y acto seguido sumían el valle en una penumbra mortecina. Me fumé el
tabaco con una paz reverencial. La última calada y el último compás del maestro
coincidieron, cerrando así la perfección del círculo. Arranqué de nuevo y pisé
despacio el acelerador. Aquel entorno se merecía una conducción pausada. Y así
fue.
viernes, 15 de marzo de 2013
Acelga 02
Hoy una amiga me ha traido unas acelgas de su huerto. Nunca había visto una acelga que combinara los colores rojo y verde amarillento. La combinación resultaba tan atractiva que no me ha quedado más remedio que reconocer su belleza haciéndole una fotografía. Una vez más he vuelto a confirmar que la vida se expresa en los vegetales como lo hace en nosotros en forma de venas y arterias o como lo hace en el planeta en forma de ríos, alimentando a ese ser vivo sobre el que caminamos y al que esclavizamos con una impunidad pasmosa.
martes, 12 de marzo de 2013
viernes, 8 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
El rigor
Paseando una soleada mañana de domingo me encuentro con esta pintada y me pregunto: "¿Qué coño pasó el 19 de Julio del año 36?" (dando por supuesto que el autor de la pintada hace referencia al año 36 del siglo pasado). En la memoria de mi disco duro cerebral me viene una dato significativo el 18 de Julio de 1936, pero el 19 no me viene nada.
Una vez más compruebo que la falta de rigor campa a sus anchas en este triste e inconsistente siglo XXI y de nuevo constato, consternado, que el único rigor permanente es el rigor mortis. Qué pena más grande.
Una vez más compruebo que la falta de rigor campa a sus anchas en este triste e inconsistente siglo XXI y de nuevo constato, consternado, que el único rigor permanente es el rigor mortis. Qué pena más grande.
sábado, 2 de marzo de 2013
Días de encierro
No hay días improductivos, tan sólo días solitarios donde la belleza te rescata en forma de sombras (o de luz, que al fin y al cabo ambas forman parte de la misma canción). Día dos de Marzo; el viejo conocido vértigo empieza a no ser lo que era. Los tiempos cambian, y con ellos la percepción sobre los sentimientos.
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