Aprovechando el verano estoy leyendo un libro sobre física cuántica. Lo sé; el verano es para leer algún best seller sobre intrigas vaticanas, pero es que a mi los curas me tiran para atrás.
El libro hace un análisis desde Newton hasta
nuestros días, pasando por Einstein, Max Planck y algún otro de no tanto
relumbrón. He leído sobre la teoría de cuerdas, sobre antimateria y sobre
agujeros negros, para llegar hasta la teoría de los fractales que es donde,
parece ser, nos encontramos actualmente (esto no lo puedo confirmar porque no
me he acabado el libro).
La teoría de los fractales viene a decir, en
el lenguaje de un lego en la materia
como yo, que la naturaleza se forma a partir de partículas minúsculas
(fractales- del latín fractus: Quebrado o fracturado) que se copian a si mismas
cristalizando en formas basadas en lo que tienen más cerca, es decir, en
aquello que conocen por cercanía. Esto
me lleva a pensar que yo debo tener la nariz de mi abuela, los ojos de mi padre
y las orejas de algún familiar lejano, porque la información conocida por
cercanía que tenían el espermatozoide de mi padre y el óvulo de mi madre así lo
determinaron, cristalizando finalmente en este armazón llamado cuerpo en el que
me encuentro atrapado desde hace cuarenta y ocho años. Pero la física
contemporánea dice que el todo también está determinado por la mirada del
propio todo hacia si mismo y por la mirada particular de cada uno de las formas
individuales hacia otras formas individuales. Vamos, que desde el momento en
que miro una piedra estoy transformando dicha piedra. Y no sólo eso, sino que,
de alguna manera soy piedra y la piedra soy yo. No en vano los objetos
inanimados como una piedra tienen las mismos elementos químicos que nosotros
pero con distinta combinación, lo cual a la piedra, con su combinación de
partículas, la convirtió en piedra y a mi, con mi combinación de partículas, me
convertió en Jordi Pla (aunque en ocasiones no me hubiera importado convertirme
en piedra).
Como curiosidad diré que la patata que
ilustra esta entrada la compré el otro día en El Perelló, concretamente en una
huerta pegada al humedal de la
Albufera, donde viven varias especies de patos. Me pregunto
si alguno de estos patos estuvo largo tiempo mirando fijamente a esta patata y
los fractales que componen al tubérculo empezaron a copiarse a si mismos
imitando a aquello que tenían cerca (en este caso el pato). Pero entonces, si
todo influye en todo, la pregunta subsiguiente sería: ¿Qué habrá sido del
pato?, ¿Tendrá forma de patata emplumada?
Interesantes reflexiones, precisamente en estos días en que los medios nos dicen que se ha encontrado una partícula que era como Dios (de la que se sabía casi todo, excepto si existía).
ResponderEliminarIgnoro el grado de contribución de la ciencia española en este hallazgo. En cualquier caso y por si puede ayudar en algo, la pato-patata ahí esta como evidencia de que algo tenemos que aportar.
Jordi ¿Estás seguro que entiendes lo que has escrito?
ResponderEliminarLa patota nos plantea, creo yo, una reflexión más profunda si cabe.
¿Frita, hervida o asada?
El futuro de la patota depende de cual sea tu elección final, y ahí te quiero ver. Tomando la mas trascendental decisión que efectará su vida de patota.
No es lo mismo, no, que te frían, que te hiervan o que te asen. Que se lo pregunten a San Lorenzo, patrono del vuelta y vuelta.
En frito no le hubiera dado tiempo a lanzar la celebérrima frase de que ya esteba hecho por un lado y que le dieran la vuelta.
Y en asado, con la puerta del horno cerrada, ya podía desgañitarse que lo he hubiera oído.
¿Cual será la elección?
Sea cual sea, espero que se publique en el blog la foto de tu decisión final (con ajitos, a lo pobre, con huevo frito, solitaria, ensaladilla rusa, blanco y negro...)
En tus manos encomiendo su foto, oh gran hacedor nitratoargéntico.
Amén.
Vox: Lo primero darte las gracias por lo de hacedor nitratoargéntico (es de las cosas más bonitas que me han dicho en la vida), aunque hoy en día sería más correcto pixelocuántico.
ResponderEliminarLo segundo decirte que caben más posibilidades para la patopatata, no sólo freir, cocer o asar. Es posible que te sorprenda su futuro. En breve te aseguro que obtendrás respuestas.
Y tercero darte las gracias por tu comentario, tan certero y agudo como siempre.
Un beso.
Ah, Vox: Y te aseguro que entiendo muy bien lo que he escrito, por extraño que parezca.
ResponderEliminarMás beso.