La vida es digital, funciona por ceros y unos. Constantemente estamos eligiendo. Lo digo o no lo digo, voy a nadar o me quedo en casa, veo una película o empiezo un libro, escribo este artículo o me dedico a ver como el sol provoca sombras en el salón. Suelen ser decisiones simples, de esas que, aparentemente, no cambian el rumbo de nuestra vida.
Pero un
día cualquiera sucede algo inesperado. Una
palabra, una mueca extraña en boca ajena, un olor, una sensación de
libertad cristalina. Ese día el universo, tu universo, colapsa y se
convierte en multiverso, abriéndose ante ti mil caminos posibles. La
pregunta es: ¿realmente hay mil caminos o es mi cabeza la que los
imagina? ¿No serán solo dos caminos bifurcados hasta el infinito
por mis neuronas? Y ahí, amigo, surge la duda caleidoscópica que no
te deja respirar.
Decía
Rusty Cole (uno de los protagonistas de “True Detective”): “la
conciencia es una anomalía de la naturaleza que nos aleja de ella”.
Ser conscientes de nuestra existencia y finitud nos sitúa en la
disyuntiva de tener que decidir, no sólo en las cosas sencillas sino
también en las cosas aparentemente complicadas.
Las cebras
en el Serengueti deciden por instinto. Si tienen hambre pastan, y si
ven un león a una distancia que entrañe peligro, corren. Nosotros
pastamos en exceso y vemos leones donde no los hay. Los caminos
bifurcados hasta el infinito están plagados de leones imaginarios.
De leones imaginarios, de ilusiones perdidas, de fraudes consentidos,
de explosiones emotivas, de autosobornos, autoexigencias y
automutilaciones.
Le
pido ahora, aquí y ahora, a mi consciencia, que focalice esos
caminos bifurcados y vuelva a ver con nitidez los dos únicos caminos
posibles: amar o no amar. Y ninguno, por mucho que digan los
apologistas de la nueva era, es mejor que el otro. Sólo elige desde tu
instinto de cebra en el Serengueti. Seguro que acertarás.
Amar. Sin duda. Y con todas sus consecuencias.
ResponderEliminarYo le he dado mil vueltas y lamento comunicar que no tengo la solución. No sé que camino es el mejor. Me viene a la cabeza el texto de la canción de Kenny Rogers, The Gambler: "every hand is a winner and every hand is a looser and the best you can wait for is to die in your sleep".
ResponderEliminarÚltimamente, voy al día. No planifico o planifico poco. Me ahorro las cavilaciones ¿me va mejor? tampoco lo sé. Juego, experimento. Dejo que los caminos me elijan a mí. Quizá me este volviendo un poco cebra.
Quizá yo sea una imprudente, o una ingenua, o ambas cosas o infinitas más... pero, en mi opinión, en mi verdad, ni amar ni no amar son acciones-pensamientos-sentimientos susceptibles de elección. No son estados que se puedan decidir. Sólo te palpitan dentro... o no.
ResponderEliminarY, en el hipotético caso de que ahora mismo acabara de decir la más grande estupidez jamás enunciada, si se pudiera elegir ante esa bifurcación, no sería un craso error de nuestra humana condición y un fallo de serie en alguna válvula de nuestro corazón?. Desear amar (tanto si lo alcanzas como si no) por voluntad, por naturaleza, por instinto, por pasto necesario al espíritu, por lo que sea... pero, al menos, desearlo. Yo creo que ése es el único camino del amor. Sin interrogantes, sin funestas anticipaciones, sin negativas, sin planteamientos, sin miedos, sin memorias de experiencias enterradas... Y ya veremos si tenemos la disposición, o la suerte, o el designio de recorrerlo o no.
Dentro de nosotros, donde siempre suceden estas cosas, estas marejadas que nos traen y nos llevan por la vida mientras la navegamos lo mejor que podemos, está todo un mundo de posibilidades, excepto una: un botón de on/off para el amor.
Yo tambien voy al dia.De hecho, ese "sin duda" y "con todas las consecuencias" lo decia para hoy. Bueno, para ayer. Hoy, ya veremos. Ironias aparte, me llama la atención que nos hayamos parado todos en la misma bifurcación. Serán las dudas.
ResponderEliminarA las siete de la madrugada, Nuria, yo dudo de todo!, incluso del sentido de levantarme, enganchar los aperos de lucha y empezar a caminar. En serio, aunque tampoco bromeaba del todo, la duda es tan saludable como el amor. Sólo a los quince años no se duda, sólo y aún. Sobre todo ante un planteamiento como el que Jordi proponía ayer, porque es un planteamiento trampa. No es una bifurcación ante dos dulces y arboladas veredas. Amar y no amar son siempre un salto al vacío, una disposición consciente o no a rodar por el precipicio. Amar es un acto de fe y no hacerlo un acto de desesperación. Yo me inclino por la fe...incluso cuando me detengo, porque no siempre tenemos el cuerpo y las ganas a punto para volar, aunque las despleguemos.
EliminarA las siete de la madrugada, Nuria, yo dudo de todo!, incluso del sentido de levantarme, enganchar los aperos de lucha y empezar a caminar. En serio, aunque tampoco bromeaba del todo, la duda es tan saludable como el amor. Sólo a los quince años no se duda, sólo y aún. Sobre todo ante un planteamiento como el que Jordi proponía ayer, porque es un planteamiento trampa. No es una bifurcación ante dos dulces y arboladas veredas. Amar y no amar son siempre un salto al vacío, una disposición consciente o no a rodar por el precipicio. Amar es un acto de fe y no hacerlo un acto de desesperación. Yo me inclino por la fe...incluso cuando me detengo, porque no siempre tenemos el cuerpo y las ganas a punto para volar, aunque las despleguemos.
EliminarJordi, eres un juguetón... Hoy te bifurco binariamente más que ayer y menos que mañana. ¡Besos!
ResponderEliminarNano.