Yo
trabajé dos años en Canal 9, como iluminador. Trataba de hacer mi
trabajo lo mejor posible, lo cual resultaba sospechoso tanto a mis
superiores como a mis compañeros. En un lugar donde la política era
hacer lo justo, un perfeccionista puede resultar bastante incómodo. La
situación se tornó irrespirable y cuando me ofrecieron renovar mi
contrato, dije que no. Recuerdo perfectamente las últimas palabras
del jefe de la sección de explotación (revelador nombre de sección). Su
nombre era Luis Sabater. Me dijo: "Está bien, no renueves, pero cuando
ahí fuera seas un don nadie no vengas a ponerte de rodillas pidiéndome
trabajo". Aquellas palabras me confirmaron que aquel no era el lugar
donde yo quería desarrollarme como profesional. Me fui y no me ha ido
mal del todo, pero si no hubiera sido así os puedo asegurar que jamás
hubiera vuelto (tal vez por un orgullo absurdo).
Allí dejé a un
montón de compañeros, unos mejores, otros peores y alguno directamente
impresentable. Nunca he echado de menos aquella cárcel.
Siento
muchísimo la situación por la que están pasando mis excompañeros, pero
me da rabia que los periodistas de Canal 9 (lacayos del sistema que
jamás se atrevieron a destapar lo que sucedía) ahora que se ven con el
agua al cuello, quieran airear toda la basura que allí se esconde.
El valor de un periodista va más allá de lo cómodo que se pueda sentir
con una nómina a fin de mes (algunas muy suculentas). Lo "normal",
desgraciadamente, es callar cuando el tirano te está pagando el adosado y
el Toyota Landcruiser que utilizas para ir a Mercadona.
Entiendo
la cobardía del que puede perderlo todo (he pasado por ello), lo que no
estoy dispuesto a aceptar es que esos mismos periodistas que callaron
durante años, ahora sean unos héroes. El valor y la heroicidad se
demuestran en la trinchera y no en la tierra quemada.
Sé que este
texto me puede granjear algunos enemigos (ya tengo un buen puñado de
ellos), pero yo tampoco tengo ya nada que perder. Es lo que siento, y
hace muchos años que quería publicar aquellas palabras de despedida del
jefe de explotación.
Hay algunos que dicen que el cierre de Canal 9
va a suponer la muerte del audiovisual valenciano, pero me pregunto si
algún día existió el audiovisual valenciano. Yo creo que nació muerto y
esto no es más que una oportunidad para demostrarnos a nosotros mismos
si somos capaces de reflotar una profesión a la que todos amamos (y digo
reflotar dando por supuesto que algún día flotó).
Si no muere la
cadena pública, espero que, ahora sí, se nutra de profesionales libres,
valientes e independientes. Ojalá así sea.
miércoles, 13 de noviembre de 2013
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Curioso cuando he visto que después de casi un mes no hay ningún comentario a este post. Parece un "no coment" tan en vota en nuestro mundo próximo de ruedas de prensa de plasma.
ResponderEliminarComo currante no me puedo alegrar de que nadie pierda su trabajo, aunque sea un vago, porque seguramente el responsable no es él, sino quién no ha habido situarlo en su lugar ni hacerle valorar lo que tiene.
No obstante y visto lo que canal 9 ofrecía mayoritariamente, esto no ha sido un asesinato, sino un suicidio a cámara lenta, en el mejor estilo Peckinpah.
¿Sorprendido? No
¿Jodido? Si.
Porque quien lo ha chapado no es su dueño, sino su gestor, y el gestor no ha pagado, ni por desgracia pagará, el precio de lo que ha hecho.
Y al final, aunque personalmente no creo merecerlo, los valencianos tenemos lo que nos merecemos, mejor dicho no tenemos lo que no nos merecemos, una tele autonómica, dos cajas y un banco, una tierra mitificada, unos aviones (en aeropuerto ya lo tenemos), muchas ciencias en una ciudad, mucha ópera que no ópera, y muchos polizones de la política, políticamente in... Humanos