La serie “lo cotidiano” en este blog es una de las más
extensas y, sin embargo, nunca había pensado en la cotidianidad del agua. Es cierto que publiqué la fotografía de
un hielo fundiéndose pero nunca el agua en su estado “natural”. Si nos paramos
a pensar en que nuestro organismo es, aproximadamente, un setenta y cinco por
cien agua, ¿qué podría ser más cotidiano que este elemento?, ¿quién puede pasar
un solo día sin beber agua?
Hoy, primero de agosto, un día muy especial para mi por
motivos que no voy a desvelar, le dedico esta entrada al agua. Algunos la
llaman el oro blanco, porque empieza a ser tan escasa que no puede abastecer a
los siete mil millones de personas que habitamos este hermoso planeta. Planeta
que, como nosotros, también se compone de más de un setenta y cinco por cien de
agua. Qué curioso. Pero el agua potable
no supone más que un cinco por cien del total. De ese cinco por cien
habría que preguntarse cuánta es potable y cuanta saludable, una sutileza que
marca la diferencia porque el agua que sale del grifo dicen que es potable pero
¿es saludable? Potable es todo aquello que no nos mata, saludable aquello que
nos mejora y nos impulsa. Es la misma diferencia que hay entre alimentarse y
nutrirse o entre querer y amar. Me encanta el lenguaje. Puede ser tan certero.
En este siglo en el que parece que todos somos pacifistas y
ecologistas me surge una pregunta: ¿Por qué cuando caminamos por una vereda
paralela a un río nunca tiramos una bolsa de plástico o un papel en él y sin
embargo fumamos, bebemos o comemos “alimentos” industriales que han perdido
todas sus propiedades? ¿No es eso como tirar una bolsa de plástico a un río? ¿No
somos acaso un río? Un río con consciencia, pero consciencia mal utilizada.
El grifo y el agua potable son unos lujos que disfrutamos
muy pocas personas en este planeta. Aquí os presento dos imágenes. Una, la del
vaso de agua, la he tomado en mi cocina y me ha costado llenar el recipiente
unos tres segundos. La otra la tomé en India. Esas mujeres tardarán más de tres
horas en ir y volver de un riachuelo que les proporcionará agua para el resto
del día. Con esa agua beberán, cocinarán y lavarán a sus hijos.
Maltratar al agua, malgastar el agua es maltratarnos o
malgastarnos a nosotros mismos y es una falta de cortesía hacia esas mujeres.
Ya que están tan de moda los “días internacionales de….”,
declaro el uno de agosto día internacional del agua saludable en mi blog.
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